El aura es un campo de fuerza de energía electromagnética que rodea el cuerpo. Cuando una persona está sana y equilibrada, su aura refleja su estado al ser suave, con todas sus partes vivas y tener un color claro y un movimiento libre.
Si una persona experimenta una perturbación, ésta se refleja en el aura. El aura puede cambiar de color o volverse turbia o más gruesa. Algunas partes del aura pueden acercarse más de lo necesario al cuerpo. El aura puede perder energía y, por tanto, ser menos capaz de proteger al cuerpo de las fuerzas externas que inciden sobre él.
Las enfermedades físicas pueden reflejarse en el aura: cosas tan comunes como un dolor de cabeza o tan serias como una neumonía aparecerán en el aura. Muchas veces, una debilidad en el campo de fuerza áurico indicará un alto potencial de enfermedad o lesión en el área de la debilidad. Si el aura se puede equilibrar, se puede evitar la manifestación física de la debilidad.
El aura tiene tres niveles principales: físico, emocional y mental/espiritual. Cada aura está separada, aunque todas se mezclan. Una debilidad en cualquiera de las auras indicará una situación diferente.
Algunos tipos de comportamiento humano tienen un efecto directo en el aura, que a su vez tiene un efecto directo en los sentimientos de la persona implicada. Las drogas recreativas, por ejemplo, ponen la negatividad en el aura. Debido a la naturaleza de la experiencia con las drogas, se producen cambios definitivos en la persona, en su percepción del entorno, en sus sentimientos, en sus respuestas, etc.
El consumo de drogas suele provocar grandes irregularidades en el aura. Pueden hacer que aparezcan rasgaduras y desgarros, ya que la energía que rodea al cuerpo es realmente destrozada por la fuerza de las drogas. Cuando esto ocurre, crea drenajes de energía del aura. Debido a que el aura está agotada, la protección electromagnética que el cuerpo tiene normalmente, se ha ido, y el cuerpo queda más vulnerable a la enfermedad, la fatiga, la agitación emocional, etc.
El abuso del alcohol también puede causar una grave perturbación del aura y puede hacer que se vuelva espesa, lenta y turbia, pero no la destruirá en la medida en que lo hacen las drogas. Con el tiempo, si la persona deja de beber alcohol, los efectos del alcohol se disiparán del aura. El daño causado por las drogas seguirá siendo visible en el aura incluso años después.
Los trastornos emocionales de cualquier índole grave también pueden causar trastornos en el campo de fuerza áurico. Puede debilitarlo y dejar a la persona vulnerable a futuras inestabilidades emocionales, así como a enfermedades físicas.
Cuando el aura está en buena forma, la persona es más capaz de afrontar y soportar las presiones y actividades de la vida. El campo de fuerza rodea el cuerpo y lo protege de la incidencia de fuerzas negativas procedentes del exterior. Además, como percibimos nuestro entorno a través del aura, un campo áurico poco claro o debilitado nos dará una imagen confusa o incierta del mundo. Si el aura está limpia y vital con energía positiva, tenemos una visión más nítida y precisa del mundo y de nuestra relación con él.